La aplicación de los campos de inercia al maglev supuso el despegue definitivo de este medio de locomoción y lo puso a la altura del avión. La magnitud de la energía requerida para activar los campos inerciales en las fases de inicio y final del trayecto y el mantenimiento de los mismos a bajo rendimiento durante el recorrido para evitar la angustiosa sensación al viajar a casi 1000 km/h es colosal, tan sólo posible tras la investigación en la aplicación del campo magnético terrestre a la creación de subcampos individuales de principios de esta década.
Es curioso, en un avión viajas a la misma velocidad pero no sientes esa angustia. Los expertos afirman que en el magnerail los objetos de referencia que vislumbramos tras los ventanales nos provocan esa angustia, por eso se proyectaron en un principio con cristales opacos pero el resultado fue desastroso. La gente tenía la sensación de estar metida en un "túnel de la muerte" y experimentaban episodios de psicosis transitoria.. Nuestro peor enemigo no es nuestro cuerpo, que ya es débil de por sí ante las fuerzas que manejamos, si no nuestra mente. Es nuestra mejor arma y nuestro punto más débil,
Se han empezado a aplicar los campos inerciales a los vehículos individuales, en espera de la solución definitiva a los accidentes de tráfico. Ni siquiera el seguimiento continuo por satélite de las velocidades, evolución lógica de los antiguos radares, ha permitido descender el nivel de siniestros al mínimo. Ahora, con los campos inerciales, se pretende absorber la energía resultante de una colisión.
Claro que el nivel de energía requerido para un particular sigue siendo prohibitivo para todo el mundo. De momento, como siempre, sólo se salvarán los más ricos.